Por: Robert Apelgren.
Cuando comencé a trabajar en mantenimiento, me gustaba ver los catálogos y, por supuesto, imaginarme lo bueno que sería si pudiese tener todo ese inmenso arsenal de herramientas a mi disposición. Usted sabe, uno selecciona una herramienta en particular para cada trabajo. Al igual que la mayoría de los otros jóvenes empleados, no tenía cómo pagar ese conjunto de herramientas y tuve que conformarme con uno más pequeño. Con el tiempo, el adquirir herramientas para mejorar la capacidad de mi caja de herramientas se fundamentó en la necesidad y el entendimiento de la función de la herramienta. Esto probó ser de gran utilidad en el proceso de aprendizaje de cómo utilizar mejor mis herramientas. Si al principio hubiese podido comprar la caja de mis sueños, probablemente no utilizaría ni la mitad de sus herramientas porque me sentiría abrumado y acostumbrado a las herramientas básicas que conozco, por lo que solo ocasionalmente iría por algo distinto para utilizarlo. No habría sido una inversión inteligente. Al invertir en herramientas cuando entiendo su función, puedo sacar el máximo provecho de ellas y utilizarlas mejor porque estoy consciente de que están allí por una razón y no por la actitud de un “juguete nuevo”.
Las herramientas de gestión y mejoras son lo mismo. Es muy fácil soñar con tener una planta con todas las herramientas trabajando juntas y en armonía, siendo utilizadas en toda su extensión. El asunto es que esto rara vez sucede. La mayoría de los programas exitosos comienzan con la selección de una o dos herramientas básicas y van añadiendo herramientas a medida que sus funciones y necesidades lo requieren. Esto les da a las personas el tiempo necesario para conocer la herramienta y desarrollar las habilidades que harán más efectiva su aplicación. A medida que el tiempo pasa, estas personas están mejor equipadas para adaptarse a más herramientas en su arsenal.
He visto muchas historias de terror en la creación de empresas donde piensan que lanzarles dinero a los problemas automáticamente los hace a ellos mejores y que eventualmente esto los conducirá a la dicha de trabajar sin problemas. El lanzar dinero o recursos a los problemas a menudo causa más confusión e ineficiencia. Un ejemplo de esto fue una situación en la que observé a un gerente y a un supervisor de mantenimiento sustituyendo canjilones en un elevador estándar. Este trabajo normalmente podía ser ejecutado por un solo hombre (o posiblemente dos). El problema era que estaban siendo observados por dos mecánicos Clase A y uno Clase B (sí, tres técnicos muy experimentados), quienes habían proporcionado las herramientas que estaban utilizando el gerente y el supervisor de mantenimiento. La ineficiencia no tiene límites.
Usted se preguntaría, “¿Cuál es la herramienta adecuada para comenzar?” Le recomiendo que investigue cuál es su principal dolor de cabeza y busque la herramienta para aliviarlo. Pueden variar desde herramientas de gestión estándar hasta herramientas avanzadas diseñadas para solucionar problemas específicos. Un elemento que recomiendo antes de tomar otras herramientas es un buen sistema computarizado de gestión de mantenimiento (CMMS, por sus siglas en inglés). Este proporcionará un buen cimiento para añadir algunas otras herramientas. Otra recomendación es implementar un programa de confiabilidad de alguna variante antes de comenzar con herramientas de mantenimiento predictivo, ya que esto puede ayudarle a determinar cuáles herramientas de mantenimiento predictivo requiere o necesita.
Estas son solo algunas de mis ideas. ¿Cuáles son las recomendaciones de otras personas que se han involucrado con herramientas de gestión y mejoras?